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Publicado Ricardo Alonso Maturana Por Ricardo Alonso Maturana

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En el foro online de un curso sobre Nuevas Tecnologías y Web 2.0 al que asistí, envié el mensaje que copio aquí por si alguien lo lee.

Algunas impresiones apresuradas

 

Me da la sensación de que varias ideas subyacen a las posiciones habituales respecto al tema que nos ocupan:

1. La primera es la de motivación. Parece que la principal queja de muchos de nosotros, explícita o implícita, es la falta de motivación de los estudiantes.

2. Otra idea es la de la oposición educación formal / educación informal. No estoy muy seguro de que los límites entre una y otra estén claros y menos de que una y otra estén bien definidas.

3. Y otra es la de la necesidad de monitorización del proceso educativo porque éste correspondería más bien a una transmisión y no a una "recolección" de conocimientos mostrencos y que se presentan indiferenciadamente.

4. Finalmente, creo que en general somos víctimas de algunos clichés. Es un cliché, por ejemplo, pensar que un individuo que ha desarrollado una habilidad para cierto tipo de tareas presenta, sólo por ello, un déficit serio en otras.

Personalmente, el único asunto que me preocupa es el de que una comunidad aparentemente más democrática puede ver surgir formas de poder más "salvajes". Si el conocimiento está jerarquizado y existe un corpus o un canon de lo que hay que saber, el proceso educativo se puede organizar sobre esa jerarquización y la autoridad educativa encuentra en ella legitimada su propia función... y los demás participantes del proceso también.

Lo que supongo es que existe frecuentemente un correlato entre la desintegración de esa jerarquía, de ese canon de conocimiento y la aparición de fórmulas educativas aparentemente más igualitarias y con roles menos diferenciados. Sin embargo, éste sería precisamente el contexto en que algunos participantes podrían ejercer el poder de modo más arbitrario.

Naturalmente, esto no corresponde sólo, ni mucho menos, al asunto de las redes sociales. Es más, el ejemplo paradigmático de lo que digo lo hallaría en los departamentos de literatura de las universidades americanas en los ochenta. Sería una paradoja análoga a la de las iglesias protestantes en Norteamérica: No tienen un Papa único, no existe una jerarquía férrea aunque sujeta a derecho; lo que hay son pastores que disponen de sus parroquianos a veces casi como señor de horca y cuchillo. La libre interpretación suprime un dogma universal, pero hace que surjan dogmas locales de mucha mayor arbitrariedad.

Dejo ya estas disquisiciones y, si habéis llegado hasta aquí, paso a introducir en la pintura el asunto de las nuevas tecnologías y las redes sociales. Diría que tendemos a identificar a la web 2.0 con una panorama, salvando todo lo que ella que salvar, de roles indiferenciados, lo que rompería la asimetría tradicional de la educación. De ahí que algunos puedan ver en peligro que lo que se aprenda sean las cosas que hay que aprender (que hay que aprender según ellos, claro). Y también existe el otro peligro, el de que surjan formas de dominación peores que las habituales (que ya es decir, dirán algunos). Y esos peligros yo creo que dependen del modo en que se coordinen las nuevas tecnologías y las redes sociales con las instituciones docentes o, mejor, con las prácticas instituidas en éstas.

Quizá la partida se juegue más allá de nuestra voluntad y resultara de ello que la potencia de la tecnología determine un cambio en las relaciones sociales (un cambio de sustitución, no uno de complementación o extensión); o quizá suceda que el cambio tecnológico no sea lo suficientemente potente para ello y que todo se quede en esa extensión o ampliación de las fórmulas en que cristalizan las relaciones sociales.

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