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Mendeberri es la herramienta desarrollada por Mondragon Unibertsitatea para la adaptación al espacio europeo de educación superior

El proyecto Mendeberri es un modelo educativo nuevo que establece como objetivo de la universidad la preparación de un nuevo tipo de profesional, caracterizado por el desarrollo de determinados valores, competencias y capacidades, en función de una planificación previa.

Mendeberri comenzó a gestarse hace seis años, en 1999, siendo Javier Retegui rector de Mondragón Unibertsitatea. Él impulsó un proceso de reflexión, dirigido a diagnosticar si la universidad de entonces respondía a las demandas de la sociedad en que estaba inserta. Se recabó la opinión de padres y madres, empresarios, empresas de contratación y antiguos estudiantes sobre las características que debían tener los futuros universitarios. El resultado de la encuesta fue que el modelo educativo clásico no satisfacía las aspiraciones de las personas encuestadas. Como consecuencia, M.U. decidió cambiar radicalmente de modelo.

En el año 2000, a las puertas del nuevo siglo -Mendeberri significa, justamente, nuevo siglo- el plan estratégico de Mondragón Unibertsitatea estableció que la renovación del modelo educativo constituía un desafío de primer orden para la universidad.

  • Tipo de alumno

Como primer paso, se formaron grupos de trabajo con profesionales de las tres facultades, para ir definiendo el marco teórico y el diseño del nuevo modelo educativo, perfilando el tipo de estudiante que se quería lograr con el mismo.

Se estableció que había que formar un alumno capacitado para trabajar en grupo y asumir responsabilidades, con experiencia para liderar, crítico y buen comunicador, impulsor de la participación y del trabajo en equipo, dotado de iniciativa, honestidad y compromiso.

A la vez que se definían estos aspectos, varios miembros de Mendeberri comenzaron a investigar qué se hacía en otras latitudes, qué se había escrito sobre nuevos modelos educativos, y dónde se estaban aplicando. “Comenzamos a mirar hacia afuera” –afirma Joxe Mari Aizega, vicerrector académico de M.U-, “y descubrimos unas cuantas universidades que estaban trabajando en proyectos parecidos: Monterrey (Méjico), Aalborg (Dinamarca), Maastricht (Holanda) y MIT (EEUU). Visitamos todas ellas, y, al final, nos centramos en las tres primeras, por el tipo de modelo sobre el que trabajaban, y por su experiencia”.

No obstante, Mendeberri tiene una característica especial que lo distingue de otros proyectos educativos: desde su inicio ha enlazado con la filosofía de José María Arizmendiarrieta -fundador del movimiento cooperativo vasco-, una filosofía orientada a transformar la sociedad.

  • Gran implicación

Una vez sentados los cimientos teóricos, el proyecto Mendeberri dio sus primeros pasos durante el curso 2001-2002. En cada facultad se puso en marcha una experiencia piloto, y todas ellas dieron excelente resultado. Por tanto, el curso siguiente la experiencia comenzó a extenderse a otras titulaciones y, desde entonces, no ha dejado de hacerl

En la actualidad, el proyecto Mendeberri está implementado en el 60% de las titulaciones que ofrece Mondragon Unibertsitatea. En Arrasate se aplica en cinco carreras; en Eskoriatza, en cuatro; y en Oñati, en tres. El objetivo es que Mendeberri abarque ya todas las titulaciones en 2008.

  • Esfuerzos

El cambio de modelo educativo está suponiendo un esfuerzo enorme para la universidad: hasta 170 profesores trabajan en el desarrollo del proyecto Mendeberri. “A todos ellos se les libera un número determinado de horas, para producir nuevos materiales educativos, coordinar reuniones y formarse”, subraya Joxe Mari Aizega. “Mendeberri exige un alto grado de coordinación, y muchísimas reuniones. El viejo dicho de 'cada maestrillo tiene su librillo' ha pasado a la historia en M.U.”.

El profesorado está realizando un gran esfuerzo para adaptarse al nuevo modelo. Mendeberri les exige una estrecha coordinación entre ellos, lo cual conlleva una dedicación considerable y genera, en ocasiones, la ansiedad de someter al juicio de otros compañeros, materiales y metodologías personales.

Con Mendeberri, los alumnos adquieren un gran protagonismo, y pasan de meros oyentes a sujetos agentes. Tal vez por ello, al principio les cuesta adaptarse al nuevo modelo.

“El primer día de clase -nos cuenta una alumna- me quedé de piedra cuando me dijeron que no tendría ‘clases normales’, que tendría que trabajar en grupos, y que nosotros mismos tendríamos que construir nuestros propios aprendizajes… A decir verdad, al principio me sentí bastante rara, no sabía ni qué decir, ni qué hacer; anduve como perdida. Pero al poco tiempo me acostumbré, y le cogí el punto a las sesiones en grupo pequeño”.

  • Camino sin retorno

Al preguntarle sobre el futuro de Mendeberri, Aizega responde sin ningún tipo de dudas: “Hemos traspasado el punto de no retorno. Mendeberri se ha convertido ya en un símbolo que nos distingue de los demás. Otras universidades pueden tener dificultades para adoptar un modelo como éste, porque ninguna tiene las dos características que nos son propias: somos una universidad joven, y somos una cooperativa. Y tenemos muy claro que, siendo innovadores, responderemos mejor a los desafíos que tiene nuestro país”.

Texto obtenido de http://www.mondragon.edu

The original license is kept.

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